20 julio 2012

Trincheras del siglo XXI (VIII)

Violencia 

No, no con violencia... No se defiende una ofensa con hierro. No, en mi nombre. Un poeta, sombra en mi, se mueve en silencio con versos de guerra. Por mi arteria, por cada vena. Oigo los versos embarrados llamando al viento del pueblo; oigo la sangre recitada a los compañeros de una afrenta. Pero estos no contestan, ya no son de nadie, lo dicen sus miradas vacías y los latidos durmientes. 


Pero el poeta sigue desde su púlpito de tierra lanzando su canto al vacío, atravesando la puerta de lo crédulo, ignorando que su savia esta quieta y les grita: 

"No sé que sepultada artillería 
dispara desde abajo los claveles, 
ni que caballería 
cruza tronando y hace que huelan los laureles." 

El cielo lleva tiempo callado, le digo, tan sólo llueve, llueve. Por tiempo tuvimos rácimos de un sol edulcorante pero, hoy, sólo nubes negras y presagios de miserias. 

Y no consigo convencerle de que todos son polvo en el árido explanado del tiempo presente. Tus compañeros, los vivos, los muertos, están todos en el jarrón de los recuerdos, igual que tú, poeta.


Pero, tú, me escuchas muchacho, me estás leyendo las distancias que el grafito dejó entre los versos que las manos parieron. Me has escrito y te digo, podrías escribir en la lengua que el presente comprenda, pues el mensaje es el mismo, no así el campo de batalla, no así la contienda; no así, las víctimas. Pues no sé que es peor: un muerto inconsciente o un consciente de que puede no morir aunque muerto se sienta. 

Y recita a gritos inaudibles: 

"A pesar de la guerra delirante, 
no amordazan los picos sus canciones, 
y el rosal da su olor emocionante, 
porque el rosal no teme a los cañones". 

Poeta, le digo, sigues en tu delirio sin escucharme. Sea tal vez porque le hablo en prosa, no en verso, y de píe entre las balas camina absorto hasta que, al girarse, hincados sus ojos en mi, recita: 

"Vencedores seremos, 
porque somos titanes 
Sonriendo a las balas y gritando: 
¡Adelante! La salud de los trigos 
solo aquí huele y arde". 

El poeta se desvanece, vuela de nuevo a su libro. Tras esta noche donde los cristales muestran humo de insensatos radicales, entender poesía es complicado. Los que se nutren de la necesidad de quien tiene que llegar a la casa del pueblo para ser escuchado a sabiendas que, al llegar, su rostro será descubierto: 

"Yo solo quiero hacer daño, no soy la democracia de estos infelices que vienen a reivindicar, han sido el ariete para abrir la puerta, yo he venido a causar heridos." 

Esta no es nuestra guerra. No con violencia... 

Nosotros somos trigo de campo, solo alimento y sudor. El arma es la voz, los mensajes, los pasos y las manos hacia el cielo. Nuestro mensaje es mas sencillo: La presa esta secando el río. No hay caminos que asciendan hasta las compuertas. 

Si secáis el campo. Si el cereal no crece; podréis apagar vuestra sed pero no el hambre, pues, dejar morir al que trabaja la tierra os va a llevar a vestir la misma mortaja. 

Aunque, al final, terminaran diciendo que estaba loco...

Loco
Poeta


Estimado amigo, como te he dicho en muchas ocasiones, sabes que si tuviera que elegir entre Alberti y Miguel Hernández que poeta me hubiera gustado ser, me quedaría con la consecuencia y el compromiso de Hernández sin pensarlo un segundo... Para mi representa la diferencia entre "visitar las trincheras" y "luchar en ellas", entre las "botas de media caña brillantes y lustrosas de la retaguardia" o las "alpargatas del frente". 

Un fuerte abrazo hermano...

JLH

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