16 julio 2012

Trincheras del siglo XXI (IV)

Nubes 

Nubes nacen de horizonte incierto, 
oscuro es el plumaje amplio que hasta el cielo cubre 
y es en su cola donde se descubren los gritos de sus verdades. 
Las nubes llegaron de un gris blanquecino. 
Traían lluvia tibia y necesaria en el predicado pero, 
Nadie mira a los ojos a quien viene vestido con la palabra salvación;
Nadie mira a los ojos de quien te suplica llevarte a una luz salvadora. 

Yo tampoco lo hice. 
Nubes de futuro me dije, pan y leche para todos, me dije. 
Ahora, tras lo que dura un parto, he alzado la mirada, incrédulo ante lo que se 
avecina, ante lo que nunca hubiera dibujado. 
Tras sus ojos solo oscuridad, de un cerrado terrible. 
De un color doliente y cobarde. 



Nubes, madre. Nubes, padre, nubes hermanos. 
Las nubes me han traído granos de hielo al alma. 
Se llevaron mi cosecha y sin casa a los necesitados. 
¿Qué nubes son esas que sólo descargan contra quien poco tiene, madre? 
¿Cómo pueden tener tan poco corazón con sus paisanos, padre? 

No me pidas que no llore. Ya no me queda esperanza. 
Este dolor es el dolor de quien se siente vendido en su propia casa. 
Nubes vienen que tibias parecían decirme nunca temas y no supe ver, 
no le mire a los ojos, que en su mirada traía la desgracia para todos, 
la fortuna para pocos. 
Que en su cola trae la mentira de un ejercito de diplomáticos 
que en las desvergüenzas se jactan de amar a los que están mutilando. 

Los gritos que ahora escucho, vienen de las escuelas, de los hospitales, del campo, de las entrañas de la tierra, de donde se la saca el negro corazón: las minas, de las casas expropiadas, del trabajo consumido, del expolio a los derechos...



Nubes, quemados se quedan todos expectantes, 
mientras unos pocos se atrincheran.
Nadie sale de sus casas, nadie. 
Corderos que esperan insensatos y apacibles, 
mientras observan el degüello de un vecino
sin darse cuenta como el pomo de su puerta alguien gira. 

Nubes madre, no te quedes en casa, 
sal afuera y grita, enseña tus uñas a esos cabrones, 
oblígame a salir a defenderme y no a esperar sentado frente a las noticias. 
Hazme salir, al menos, para tener mi conciencia tranquila. 
Que cuando las trincheras abandones, 
cuando el sol vuelva a ser, aun sin nada en los bolsillos, 
me quede la dignidad de mirarme en los espejos y con orgullo proclamar : 
al menos intente ponerle freno a las nubes negras de los políticos y su mentira.

Aunque, al final, terminaran diciendo que estaba loco...

Loco
Poeta

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