04 noviembre 2007

El viajero sediento...


Lentamente, el sol se había ido ocultando y la noche había caído por completo. Por la inmensa planicie de la India se deslizaba un tren como una descomunal serpiente quejumbrosa.
Varios hombres compartían un departamento y, como quedaban muchas horas para llegar al destino, decidieron apagar la luz y ponerse a dormir. El tren proseguía su marcha. Transcurrieron los minutos y los viajeros empezaron a quedarse dormidos. Llevaban ya un buen número de horas de viaje y se encontraban muy cansados. De repente, empezó a escucharse una voz quejumbrosa que insistentemente repetía:
--¡Ay, qué sed tengo! ¡Ay, qué sed tengo!
Era uno de los viajeros que no cesaba de quejarse de su sed, impidiendo dormir al resto de sus compañeros. Resultaba tan molesta y repetitiva su queja, que uno de los viajeros se levantó, salió del departamento, fue al lavabo y le trajo un vaso de agua. El hombre sediento bebió con avidez. Todos se echaron de nuevo. Otra vez se apagó la luz. Los viajeros, reconfortados, se dispusieron a dormir. Transcurrieron unos minutos. Y, de repente, la misma voz de antes comenzó a decir:
--¡Ay, qué sed tenía, pero qué sed tenía!

La mente siempre tiene problemas. Cuando no tiene problemas reales, fabrica problemas imaginarios o ficticios, teniendo incluso que buscar soluciones imaginarias o ficticias... Dulces sueños... Hasta ya...

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